Si nos preguntaran cómo nació D’lira tendríamos que decir que empezó a brotar, entre el arrullo del Mar Caribe y el aroma del mezcal, como una suerte de notas musicales bañadas de melodía y pasión.
Si nos preguntaran de qué se nutrió, diríamos que de la añoranza de experiencias pasadas, del erotismo de juventud envuelto en un velo de sueños perseguidos y que con un toque de suerte y deseo, fueron hasta cierto punto alcanzados.
Si nos preguntaran que a dónde vamos, entonces diríamos que a dónde nadie ha llegado, que vamos rumbo a la catarsis que provocan los sueños perdidos al ser encontrados.
D’lira
